Los españoles Belinda Tato y José Luis Vallejo crean en Harvard un refugio climático barato e inmediato para refrescar las plazas duras sin árboles del planeta.
La arquitectura de la mayor parte de ciudades hace que encontremos asfalto y avenidas desarboladas cuando buscamos un refugio del calor abrasador en veranos cada vez más cálidos. Este diseño no sólo ha contribuido a desencadenar el cambio climático, sino que también obstaculiza la mitigación de sus efectos.
La naturalización de las ciudades es la única solución viable y eficaz para aliviar localmente los efectos del calentamiento global y contribuir a su moderación a nivel global. Esto implica rediseñar las ciudades integrando diversos elementos de infraestructura verde en lugar de la infraestructura gris predominante.
Diseños urbanos que dañan el medio ambiente
Durante años, los organismos internacionales y los científicos que los asesoran han insistido en los beneficios de un cambio en el diseño urbano que incorpore una perspectiva ecológica.
Sin embargo, los proyectos que se siguen aprobando y construyendo son una muestra del mismo modelo insostenible que concibe la ciudad como una estructura artificial y hostil para la vida y la biodiversidad.
Lejos de ser una tendencia a la baja, este modelo se ha intensificado en las últimas décadas, siendo las llamadas «plazas duras» un ejemplo claro de esta práctica y que se puede ver reflejada en la reciente transformación de la Puerta del Sol.
Fuente: Ayuntamiento de Madrid
Una solución con forma de jardín vertical
Ante esta situación, Ecosistema Urbano, un estudio de arquitectura con base en Madrid, ha desarrollado en Harvard una solución rápida y económica para combatir el calor sofocante en áreas donde la sombra de los árboles es inexistente.
Belinda Tato y José Luis Vallejo son los creadores de Polinature, una instalación temporal en la Universidad de Harvard consistente en una torre modular que combina toldos inflables y plantas autóctonas, ofreciendo un refugio climático y una mejora instantánea de la biodiversidad en zonas urbanas.
Durante las últimas dos décadas, Tato se ha dedicado a investigar de qué manera pueden los arquitectos hacer frente a los efectos letales del calor en las áreas urbanas. Los científicos climáticos han alertado de que la temperatura en las ciudades está aumentando más rápidamente que en las áreas rurales, una divergencia que es aún más pronunciada en las ciudades con más de 10 millones de habitantes.
El “enverdecimiento urbano” puede jugar un papel clave en la mitigación de estos efectos. Aunque las copas de los árboles lo suficientemente densas como para tener una función de enfriamiento significativa, suelen estar distribuidas de manera desigual, lo que convierte el calor excesivo de la ciudad en un índice tangible de desigualdad social.
Por ello, el objetivo del proyecto no es solo combatir el calor, sino también reducir la “brecha de equidad de parques” en comunidades con menor acceso a espacios verdes.
En definitiva, la idea de los arquitectos es que se implemente allí donde se necesite y que pueda ser “parte de una estrategia a corto plazo que genere instantáneamente biodiversidad y confort climático mientras se desarrollan e implementan políticas y proyectos a más largo plazo».
Créditos: Emilio P. Doiztua
La desaparición de las abejas en las urbes por el efecto isla de calor es un tema que también preocupa enormemente a Belinda y José Luis. Para hacerle frente, las estructuras de la plataforma están compuestas por andamios que sostienen macetas con más de 1400 plantas autóctonas especialmente seleccionadas para proporcionar un entorno en el que los polinizadores puedan prosperar en la ciudad.
Los toldos inflables, además, ofrecen sombra y ventilación gracias a un sistema de sensores climáticos que se activan automáticamente al detectar temperaturas elevadas.
Los sensores ubicados en el interior y exterior de la estructura proporcionan datos comparativos, permitiendo a Tato y su equipo evaluar cuantitativamente el rendimiento del proyecto para optimizarlo en futuras iteraciones.
Polinature es el resultado de años de minucioso estudio y, cuando se desinstale, Tato y José Luis distribuirán entre la gente de Cambridge todas las plantas que rodean la torre.
Además, los planos técnicos desarrollados, así como el kit de piezas empleado, son de código abierto para que cualquiera, en cualquier lugar, pueda construir su propio Polinature y participar así en la lucha contra el cambio climático.
De esta manera, el jardín temporal que han creado podrá tener un efecto a largo plazo en la ecología urbana de la ciudad y servirá como una oportunidad de aprendizaje y enseñanza sobre cómo debemos enfrentarnos a un clima cambiante.
Su predecesor en Madrid
En Polinature los arquitectos refinan y desarrollan conceptos centrales de su proyecto Eco-Boulevard (2004–2008) ubicado en Vallecas, Madrid. Este proyecto previo es descrito como una “operación de reciclaje urbano” y cumple dos objetivos principales: uno de carácter social, orientado a generar actividad, y otro de carácter ambiental, la adaptación bioclimática de un espacio exterior.
A diferencia de su nueva instalación en Harvard, Eco-Boulevard se convirtió en una instalación permanente en Madrid como respuesta de “urgencia” ante la necesidad de un espacio que fuera capaz de funcionar como un bosque lo haría en el futuro.
Gracias a estos entornos acondicionados en los que la temperatura en verano llega a ser entre 8 y 10ºC más fresca que en el resto de la calle, el ciudadano puede formar de nuevo parte activa del espacio público.
Fuente: Ecosistema Urbano
Colaboradores:
- Photography: Emilio P. Doiztua
- Drone footage: Pablo Pérez Ramos
- Information sources: Tufts Pollinator Initiative – Pollinator information, Mass Audubon – Plant information