Puede parecer exagerado, pero parte del futuro del planeta depende de las elecciones de Brasil. Según cuál sea el resultado, buena parte de la selva amazónica podría acabar siendo un recuerdo en pocos años.
Nadie desde 2006 había supuesto una amenaza mayor para la Amazonía que un gobierno como el que los últimos tres años ha dirigido Jair Bolsonaro. Así que el futuro del planeta depende de las elecciones de Brasil más que nunca antes.
Los brasileños tienen ante sí una difícil elección en todo caso, porque su país tiene muchos más problemas además de la ecología y tampoco es que ninguno de los candidatos a su presidencia sea intachable precisamente. Ni siquiera medioambientalmente hablando.
Si solo se atendiera a la policía interna, los votantes brasileños deben optar entre un expresidente que ha retomado su carrera política en parte para huir de sus problemas legales, y otro que hace poco negaba las consecuencias de la pandemia a refugio de su equipo médico, mientras él mismo sufría el COVID-19 y miles de brasileños parecían el virus. Bolsonaro también es uno de los grandes negacionistas del cambio climático.
Sin embargo, las consecuencias de quién gobierna el mayor país de Suramérica no son solo globales geopolíticamente hablando, sino que también afectan a todos los habitantes del planeta en lo que se refiere al medioambiente. Y es que la Amazonía todavía sigue siendo el principal pulmón terrestre, si exceptuamos los océanos.
Varias organizaciones medioambientales como Greenpeace temen que si Bolsonaro continúa al frente de Brasil tras las elecciones, una Amazonía todavía más reducida pierda ese papel de mayor pulmón del planeta. Desde que alcanzó el poder en Brasilia, en 2019, se ha producido una incuantificable pérdida de selva virgen.
Miles de kilómetros cuadrados de la Amazonía han desaparecido para siempre a causa de devastadores incendios o la tala masiva de las explotaciones mineras. Por ello, cientos de comunidades indígenas han sido desplazadas de sus tierras, que en muchos casos ahora están contaminadas por residuos mineros.
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Como puede verse en el gráfico de Statista, el nivel de deforestación de Brasil en los últimos años no tiene parangón en Suramérica. A nivel mundial en pérdida de masa forestal, Brasil está en segundo lugar tras Rusia -que pierde más de cinco millones de hectáreas de bosque cada año-, aunque a corta distancia.
Los incendios dieron la bienvenida a Bolsonaro
En los primeros meses de gobierno Bolsonaro, el humo de los superincendios en el norte del país alcanzó las ciudades costeras, a miles de kilómetros. Se contabilizaron más de 87.000 fuegos en la Amazonía solo en los primeros ocho meses de su presidencia.
No es que todo obedeciera a un plan predeterminado, es que quienes practican la quema por motivos económicos se sentían impunes en ese nuevo Brasil. La minería y la ganadería son las principales responsables de la deforestación industrial de la Amazonía.
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Pero también hay otras prácticas -mucho menos denunciadas por las asociaciones que protegen el medioambiente- que resultan igualmente dañinas para el medioambiente de Brasil y de todo el planeta. Y es que tampoco Lula da Silva es una opción 100% segura en términos de sostenibilidad.
El político de izquierda no hizo nada en su día para luchar contra la deforestación interna. El consumo de madera de Brasil es, prácticamente, el doble que el de toda la UE, porque más del 50% de la construcción de viviendas en ese país todavía utiliza la madera como material en exclusiva.
Se trata de infraviviendas que, a menudo, utilizan también leña extraída ilegalmente de los bosques para calentarse y cocinar, una práctica a la que difícilmente se va a poner coto en el caso de que sea da Silva el próximo presidente del país.
Así que puede decirse que el futuro del planeta depende de las elecciones de Brasil, que tendrán una segunda vuelta el 30 de octubre, porque el próximo presidente del país será uno de los principales agentes a favor o en contra del cambio climático en los próximos años.
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