Si reparas las cosas en lugar de sustituirlas por una nueva, evitas contaminar. Esta máxima es tan simple que a nadie se le ocurriría rebatirla, ni siquiera a los más acérrimos defensores de que el comprar-usar-tirar es la receta de una economía sana.
Cada vez que reparas una cosa, evitas que se malgasten materias primas además de la huella del transporte y transformación de estas mismas materias y de la del propio objeto resultante. Desde hace un año, el precio de las materias como el aluminio o el hierro se ha disparado, lo cual no puede sino impulsar las reparaciones y el reciclado.
Reparar, no solo es tendencia, pues hay en internet decenas de sitios en los que puedes encontrar cómo arreglar, prácticamente, cualquier cosa. Pero es que además de ayudar al medioambiente, averiguar cómo devolver la vida a los objetivos es una actividad creativa, así que puede ser divertida también.
Por ejemplo, en este blog puedes encontrar decenas de vídeos sobre cómo reparar un microondas, una lavadora o un televisor. Especialmente útiles son los clips en los que puedes encontrar la solución a pequeños trabajos de fontanería ‘cómo arreglar la bomba del desagüe’.
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En este otro canal de YouTube puedes también encontrar vídeos sobre las reparaciones domésticas más habituales, con como siempre bastante atención por las máquinas de la cocina: neveras, congeladores, hornos, lavadoras, secadoras, lavavajillas, etc.
En la mayoría de los servicios de mantenimiento tienden a sustituir las piezas más comunes, o las que saben que dan algún tipo de defecto pasado un corto plazo, y poco más. Porque la realidad es que todas las empresas necesitan cierta recurrencia en las compras de los clientes, así que todo se repara pero solo hasta cierto punto. Al menos, solo según sus intereses comerciales.
Obsolescencia programada
Pasado ese punto, solo se recomienda a los usuarios que compren un objeto nuevo. E, incluso, con el tiempo han conseguido que la obsolescencia programada cale tan profundo en la consciencia de los consumidores que a menudo terminamos desechando las cosas por nosotros mismos incluso antes de que dejen de funcionar.
Es muy normal encontrar en la basura electrodomésticos con un aspecto casi impecable, si no fuera porque la puerta del microondas blanco tiende a amarillear en pocos años. Este es un caso de obsolescencia estética más que técnica, ya que el plástico también puede hacerse para que no se vuelva amarillo ya que no recibe radiación UV.
Por suerte, la ‘Ley General para la Defensa de los Consumidores y Usuarios’ de 2021 trata de poner coto a esta práctica obligando a las casas a disponer de piezas de sustitución para reparaciones durante al menos 10 años después del cese de producción en serie de cualquier bien.
Cosas que no sabes que se pueden reparar
Pero a pesar de que esta nueva normativa resulta muy beneficiosa para el medioambiente y los consumidores, incluso a veces hay piezas que, por sí mismas, pueden ser reparadas, aunque lo que te va a ofrecer SIEMPRE el fabricante.
Sobre todo en el mundo del automóvil hay bastantes cosas que seguramente no sabes que se pueden reparar. Este es el caso, por ejemplo, de los catalizadores, un componente fundamental para evitar las emisiones de óxidos de nitrógeno y que puede taponarse con el hollín.
En el caso de los catalizadores, estos pueden arreglarse con una maquina de ultrasonidos que rompen las piedras formadas por el hollín y una aspiradora especial los saca convertidos en polvo. El catalizador vale cientos de euros porque en su monolito cerámico hay metales preciosos que son los ‘catalizadores’ de la reacción que atrapa el NOx.
¿Que la electrónica de tu coche se vuelve loca y da fallos por todas partes? Si lo llevas al fabricante, es posible que trate de reprogramar la centralita, pero esto falla, te instalarán una nueva. La pieza vale cerca de 1.000 euros, pero por solo un 20% ese coste puede ser reparada.
Y si reparar la centralita (en Ecu España consiguen resucitar casi todas) es una de las cosas que poca gente sabe que puede hacerse, ¿a quién se le ocurre arreglar un monitor estropeado? En Atecval llevan arreglando monitores más de 30 años.
Si todos los ordenadores y pantallas del planeta se reciclaran, no haría falta extraer el litio que ahora es necesario para el coche eléctrico. Pero cuando una cosa está realizando su función adecuadamente y no ha habido un salto tecnológico que la haya dejado obsoleta por completo, ¿para qué sustituirla?
Acaso si tienes una gotera, cuando viene el técnico ¿te aconseja siempre cambiar el tejado entero o solo la teja que se haya roto? Es exactamente la misma situación casi siempre, porque aunque nos cuelen que la sustitución de la pieza -o de todo el objeto- sea lo más cómodo y económico, eso no es verdad.
En absoluto. Puede que sea lo más cómodo por tiempo, pero siempre sale más barato reparar. Pero desde luego, fabricarlo todo de nuevas le sale insultantemente caro al planeta.
En todo caso, todavía hay esperanza en movimientos como el Zero-Waste, formado por personas que se han marcado como meta no generar ningún tipo de desperdicio, basura, ni desecho en su día a día. Y si todavía no te planteas alcanzar ese nivel de compromiso, puedes empezar no tirando el microondas cuando su puerta comience a verse de amarillo oscuro.